Son muchos los
cristianos que asisten con regularidad a las iglesias y que se esfuerzan con
todo su corazón por vivir en santidad. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos
que hacen, todo parece condenado al fracaso. No. importa lo mucho que lo
intenten ni toda la orientación que reciban, nada parece ayudarlos. Por
ejemplo, ¿cuántas veces ha escuchado usted a alguien hacer un comentario como
el siguiente: “Mi vida marchaba muy bien hasta que acepté a Jesucristo. ¡Luego
todo lo malo que podía pasar, pasó!” Es posible que usted mismo haya hecho un
comentario así.
Hay cristianos que no pueden comprender por
qué, a pesar de todo lo que hacen, sus hijos se vuelven contra ellos y contra
Dios, y se marchan camino a la destrucción. Hay otros que aceptan al Señor con
gozo, y que crecen espiritualmente durante algún tiempo, pero son incapaces de
mantener una buena relación con Él. Parecen no ser capaces de leer y estudiar la Biblia o de orar, y al
final pierden todo interés y se apartan del Señor. Hay otros que luchan durante
toda su vida en un andar espasmódico o incierto con el Señor, sin poder jamás
establecer y mantener una relación firme con Él.
Y por último están los creyentes que
batallan, año tras año, con toda clase de enfermedades y accidentes
catastróficos. No importa cuanto oren, crean o asistan a cultos de sanidad
divina, nada cambia ni mejora en la vida de ellos. El conflicto simplemente
sigue sin ninguna respuesta del Señor en cuanto a la causa de la falta de
victoria.
Es incontable el número de familias atormentadas
por problemas tales como enfermedades mentales, suicidios, alcoholismo,
enfermedades físicas, divorcios, incesto y pobreza. Con frecuencia, aun los que
vienen al Señor, teniendo estos problemas, y no pueden poner fin al ciclo
interminable de devastación dentro de sus propias familias.
Estos problemas afectan tanto a iglesias como
a personas individuales. Muchas iglesias están afectadas por el divorcio y
otros problemas parecidos en las filas de sus miembros. Muchas congregaciones
luchan durante años, pero nunca prosperan ni crecen espiritualmente. Jamás
crecen en profundidad espiritual ni aumentan el número de sus miembros; con
frecuencia se dividen y a menudo cambian de pastor. Ya pesar de que algunas
veces parece tener períodos de avivamiento y crecimiento, pronto se desmoronan,
pierden miembros y la iglesia vuelve a la misma situación original. ¿A qué se
debe este ciclo destructivo?
Esta deprimente situación se puede deber a
varios factores, pero una causa olvidada con mucha frecuencia es la maldición
sobre la vida de la persona o de la familia, que nunca ha sido quebrantada. Hay
también muchas iglesias que están bajo una maldición. Esta parte está muy
desatendida en la enseñanza cristiana moderna.
Ya nosotros estábamos al tanto de las
maldiciones, y habíamos tenido que enfrentarlas en nuestra propia vida. Sin
embargo, no sabíamos en realidad lo extendido que estaba el problema dentro del
cuerpo de Cristo hasta que comenzamos a presentar este material en nuestros
seminarios de enseñanza. Hemos quedado anonadados por las respuestas de las
personas en cuanto a las maldiciones deshechas en ellos. Y hemos tenido el
privilegio de ver muchas vidas transformadas por completo como fruto de esta
enseñanza.
Las armas de nuestra milicia son poderosas en
Jesucristo, es decir, si sabemos cuándo y cómo utilizarlas. El propósito de
este blog es ayudarlo a usted al hacerlo consciente de la batalla oculta que
hay en su vida, a fin de que pueda tener una victoria total por medio de
nuestro Señor Jesucristo.
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